El Ciclo de los Síndromes

El Síndrome de la Tragedia Griega

Este síndrome está caracterizado por una respuesta desproporcionada frente a una situación cotidiana. Un huevo que cae de la nevera seguido del grito de una madre que parte la mañana del sábado en dos es una ilustración perfecta.

 

- Mamá, pero fue un accidente.
- ¡Claro! Como a ustedes no les toca mercar. Un día de estos vamos a quedar de limosna con este despilfarro de ustedes.
- Mamá, dejá yo limpio el reguero.
- Nooooo, tranquilos... aquí está "su" empleada del servicio para limpiarles todas sus porquerías, no más desordenen que yo...

 

¿Le suena conocido? El "Síndrome de la Tragedia Griega" se manifiesta inesperadamente y abarca temas tan disímiles como la ventana de espejos que instaló el vecino y que nos obliga a mudarnos de barrio hasta la tercera elección de Uribe que nos va a sumir de una vez y para siempre en el oscurantismo.

 

El roce contra un andén que deja inservible el automóvil familiar o la promesa de no volver a dar una opinión sobre nada en lo que queda de vida son también efectos del "Síndrome de la Tragedia Griega".

 

El Síndrome del Pajarito

Hace días, hablaba con mi hermana y ella mencionó algo que me hizo pensar en lo que llamaré "Síndrome del Pajarito". Este escrito "pseudocientífico" analiza las bases elementales de este síndrome. La tesis es que el pajarito cuando está en tierra se la pasa entre "pasito y cagadita". Es decir, un par de pasos hacia adelante seguidos de la evacuación correspondiente que cierra el ciclo. Esta secuencia se efectúa a un ritmo asombroso para la escala humana.

 

Es curioso como algunas personas parecen nunca parar cabeza. Ahí está el "metepatas" incorregible que se la pasa de "embarrada" en "embarrada" por que su "gran bocota" nunca se conecta a su cerebro; o el borrachito que se la pasa entre las promesas de no beber más (mientras le dura el "guayabo") y la euforia de las jornadas etílicas del fin de semana. Estos son solo dos ejemplos del "Síndrome del Pajarito".

 

En general, los que padecen este síndrome, pasan por períodos de aparente recuperación. No obstante, sus tendencias siempre se encuentran con una voluntad de títere que se desmorona con la menor presión. La gente a su alrededor lo sabe y masculla frases como "cuánto le durará esta vez" o "tocaría amasarlo y volverlo armar" o "este ya no cambia".

 

El proceso digestivo del pájaro dura apenas 20 minutos. Todos sus órganos internos trabajan a una velocidad sorprendente. Algunas personas afectadas por el "Síndrome del Pajarito" no aguantan ni siquiera veinte minutos entre caída y recaída. Una vez que entran en contacto con un entorno estimulante, sus pulsiones se desatan en segundos. La chismosa, empieza a tejer nuevas historias en cuanto entra en contacto con sus vecinas; el ladrón empieza a calentar sus falanges a la simple vista de un objeto de valor; la niña "recatada" entra en combustión con el primer sorbo de licor; el jugador cuenta mentalmente la plata en su bolsillo con las primeras luces del casino, y la compradora compulsiva siente la textura de la prenda por anticipado cuando ve el maniquí en la vitrina.

 

Es importante recordar que el "Síndrome del Pajarito" es una dolencia cuyo crecimiento no se ve afectado por la Gripa Aviar en Europa o por las leyes anti-dumping contra el pollo procedente de Norteamérica. A ritmo de paso y... Bueno, pasito a pasito, el "Síndrome del Pajarito" nos va dejando un tejido social mugroso y deteriorado. Como dice el dicho: "más sucio que parapeto de loro".

 

El problema no es grave. El síndrome se corrige fácilmente con una buena dosis de voluntad por parte del paciente, pero para eso se requiere de coraje, no de promesas.

El Síndrome del Marrano

El "síndrome del marrano" es un mal extendido y tolerado por nuestra sociedad al cual no se le ha prestado suficiente atención. No entiendo todavía cómo es que la OMS, no ha tomado cartas en esta pandemia que se extiende de país en país bajo la indolencia general. Es claro que su causa no es virus mutante, como es el caso del AH1N1, pero hay que ver como se introduce subrepticiamente en nuestras familias, aulas de clase y sitios de trabajo generando un deterioro social progresivo.


El "síndrome del marrano" se determina a través de la personificación de las características del cerdo por parte de un grupo social. En nuestro país, al igual que en otros países aledaños y no aledaños, es increíble como la vida de algunos parece reproducir, peligrosamente, la existencia cotidiana de este simpático y hasta apetitoso animalito.


Veamos algunos aspectos puntuales de esta afección congénita:


En primer lugar, el cerdo, por su estructura vertebral, es uno de los pocos animales que no puede enderezar la cabeza para ver hacia arriba o hacia adelante. Vive encorvado y no conoce más que lo que tiene frente a sus ojos. ¿Cuántas personas no ven más allá de sus narices? Son incapaces de prever las consecuencias de sus actos y no se les ocurre mirar hacia el futuro en previsión. Un ejemplo es el muchacho que piensa que "vida no hay sino una" y que vino a este mundo a gozar y no a hacer de sí mismo algo útil o la mujer que permite que su pareja la anule laboral, social y académicamente y que termina abandonada, llena de hijos y sin una profesión o un trabajo estable que la respalde.

 

En segundo término, el cerdo tiene el cerebro, los genitales y el corazón a un mismo nivel. Su correspondencia humana son las personas que anteponen su corazón y su satisfacción sexual a la razón y a la lógica. Una madre que no disciplina a su hijo que se hunde en el vicio o los infieles que sostienen un amante aún a costa de su propia familia son casos típicos.

 

Tercer punto clave: el cerdo es un animal capaz de revolcarse entre el fango y de comer basura sin remordimientos. A muchos no les importa comer cuanta comida basura existe o matarse lentamente consumiendo los alimentos que les hacen daño. Esto por no hablar de los que se fuman un cigarrillo detrás del otro o de los que piensan que el alcohol es para acabárselo todo de una vez, y que si no terminan abrazando la taza del sanitario y "devolviendo atenciones" es porque no hubo rumba.

 

También es importante recordar que el cerdo vive recostado a sus congéneres. Se echan unos encima de otros y van por la vida cargados o cargando a los demás. Es sorprendente como la gente descarga en otros sus problemas para que se los solucionen. Es el clásico caso de los estudiantes, profesionales y empleados que se dejan usar para que otros se lleven los reconocimientos académicos o laborales que en justicia les corresponden. ¿Ha visto usted a un estudiante tramposo, un prestamista consuetudinario, un molesto "goterero", un hombre de más de 35 años viviendo con sus padres, un marido mantenido o una mujer que ofrece sus favores después de medir la solvencia del tipo? Ya sabe entonces cuál es el origen de estos males... El "síndrome del marrano".

 

Quinto. El cerdo es desordenado, por eso la gente se refiere a un lugar en desorden como un "chiquero" o una "porqueriza". A nuestro alrededor hay personajes que permiten que sus vidas, sus familias y sus casas sean un caos total. Sus vidas son la suma de un descalabro tras otro. Además, hay personas que se habitúan al desorden físico de sus lugares de trabajo o de su vivienda. Estos últimos, afirman que le gusta de esa manera y se molestan cuando alguien intenta organizar o criticar su desorden.

 

Por otro lado, el cerdo emite gruñidos y chilla frente a una provocación. Hay personas que gritan, irrespetan, atropellan y maltratan a sus familias, a sus amigos o a quienes tengan por delante sin respetar edad, dignidad o gobierno. No obstante, los más detestables son los que ostentan públicamente su vulgaridad y chabacanería. Esos que cada vez que hablan, parece que abrieran la tapa de un tarro de basura, como el imbécil que lanza una sarta de bajezas a una mujer en la calle y le llama a esa vulgarización femenina un "piropo".

 

Finalmente, el cerdo es cultivado, engordado y preparado para comerlo. Es decir, toda su vida se la pasa detrás de una comodidad y tranquilidad aparente sin sospechar que al final solo servirá para jamón. Innumerables personas creen firmemente que nunca van a dejar de ser jóvenes, fuertes o atractivas. Para ellos tengo malas noticias: ningún ser humano tiene una etiqueta en la espalda que diga "Yo soy de por vida" ni otra en el pecho que diga "yo soy inmortal". ¿Qué pasará cuando llegué el día en que tengamos que hacer el resumen de nuestras vidas? Los asilos y hospitales están llenos de gente que en su momento causaron furor por sus características físicas, su inteligencia o su pericia. ¿De verdad cree que su abuelo y su abuela cuando se casaron ya estaban arrugados y encorvados?

 

Por mi parte, reconozco que a veces improviso cosas que debería planificar, en ocasiones pienso con el corazón y no con el cerebro, me encanta la comida con grasa que me sube hasta las nubes el colesterol, me gusta cierto grado de desorden en los objetos a mi alrededor y digo más palabrotas de las que quisiera cuando me enojo.

 

Reconozco en mí mismo los primeros síntomas del "síndrome del marrano" y lucho por encontrar la cura. En consecuencia, me hago dos preguntas básicas: ¿Habrá otros por ahí con un grado más avanzado de la enfermedad? Y lo más importante: ¿existirá algo como la FPSM (Fundación para la Prevención del Síndrome del Marrano) que nos pueda ayudar? Es urgente.